Fuente: efeeme.com por Juan Puchades
Ilustración: Borja Cuéllar
Reescucho “As nature intended”, un bootleg de los Beatles conteniendo
el concierto de la azotea de Apple y el primer master, producido por
Glyn Johns, de lo que acabaría por ser “Let it be” (por entonces
titulado “Get back”), el último elepé del grupo (que no las últimas
grabaciones). Ahí quedan algunas canciones inéditas que
nunca vieron la
luz y me pregunto cómo es posible que ese material, más de cuarenta años
después, no se haya editado de manera oficial. Investigo un poco por
internet, y compruebo que solo el sello Yellow Dog,
especializado en bootlegs (grabaciones piratas no publicadas
oficialmente, nada que ver con lo que hoy conocemos por piratería), y
con entrada propia en Wikipedia, ha lanzado más de un centenar de cedés
con material inédito del grupo.
Una barbaridad, ciertamente,
sí, pero no olvidemos que hablamos de la formación más influyente de la
historia del rock y que son grabaciones que los más fervorosos
seguidores de los Beatles quieren poseer, de eso no hay duda; y en esto,
como en todo, rigen las leyes del mercado: si hay oferta es porque
existe demanda.
Se trata de sesiones completas en estudio grabadas a lo largo de los
años –y que poco a poco se han ido filtrando, se supone que por gente
que ha tenido acceso a ellas (¿en el propio estudio donde se grabaron?) y
las ha copiado para venderlas o simplemente cederlas para que circulen–
ordenadas tal cual se registraron, o directos de los primeros tiempos
(llegan a enmendarle la plana al propio grupo lanzando los registros
completos del Hollywood Bowl). Son discos que suenan regular pues
probablemente en su momento se copiaron en cinta de casete desde los
masters sin mezclar, luego se prensaron en vinilo, posteriormente se
digitalizaron… Pero, en todo caso, ahí están, a disposición de los
seguidores dispuestos a pagar por esos discos. Y, detalle
importante, o los tienes con esa calidad de sonido o no los tienes,
porque los Beatles (Paul McCartney, Ringo Starr y los herederos de John
Lennon y George Harrison) y EMI (o como se llame ahora tras ser vendida a
cachos) se comportan con su material con una cicatería inexplicable.
De acuerdo en que a lo largo de los años se ha intentado no quemar el
catálogo del grupo, y eso está muy bien, que hay ejemplos de lo
contrario bien evidentes (Jimi Hendrix es el primero que viene a la
cabeza, o aquí, y en los últimos años, Héroes del Silencio), dosificando
los recopilatorios, negándose a ceder las canciones para películas,
series de televisión o publicidad, manteniendo la distancia con los
sistemas digitales (tardaron mucho en aceptar la venta en iTunes, y el
catálogo todavía no está en Spotify). Incluso, en un episodio de
avaricia sin igual, que denotó una mezquindad suprema, cuando lanzaron
la discografía oficial en cedé, conscientes de que el legado
Beatle es oro de muchos quilates, tuvieron la brillante y salvaje idea
de casi doblar el precio con respecto al de un disco cualquiera. La
gente se indignó, pero no recularon: si querías un cedé de los Beatles,
pagabas una buena suma por él. Incluso fueron pacientes, y con
la calma propia de los viejos relojeros esperaron durante años para
lanzar las versiones remasterizadas de esos mismos discos (un primor de
sonido y cuidada presentación, eso es verdad. Por cierto, que estos días
se pueden encontrar en oferta a precios más que aceptables), así
pasamos por caja dos veces (tres si también tenías las copias en
vinilo).
En realidad, y excepto con los precios, ha sido bastante ejemplar la
manera en la que se ha gestionado el catálogo, dosificando, desde que el
grupo se separara en 1970, los “acontecimientos” Beatle con la
suficiente mesura para que no hubiera sobredosis pero que a la vez
ninguna generación se olvidara de ellos y asumiera su papel en la
historia. Sin embargo, es incomprensible que con la cantidad de material
que dejaron grabado en el estudio (no olvidemos que en 1966 se
retiraron de los directos y pasaban el tiempo en Abbey Road) no haya una
“bootleg series” oficial como la de Dylan (o los “Archives” de Neil
Young. Incluso los mismos Stones están recuperando añejos directos en
una serie digital) que permita ir accediendo a esas tomas alternativas
de lo mucho que grabaron en el estudio o los directos de los que se
cuenta con audio, labor que ha quedado en manos de las ediciones
piratas.
Únicamente se atrevieron (aparte del álbum con las
tomas en vivo de la BBC), entre 1995 y 1996, con los tres volúmenes de
la serie “Anthology”, que aunque maravillosos e imprescindibles, por
comparación con lo que ofrece el catálogo ilegal, es como un pequeño
entremés de lo mucho archivado. Pero es que los Beatles han resultado ser bastante rácanos. Y no se termina de entender a qué están esperando.
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