Fuente: efeeme.com por Héctor Sánchez.
John Lennon no fue el primer Beatle en morir. ¡Paul McCartney se
le adelantó en el año 1966! En esta primera entrega, Héctor Sánchez
analiza las pistas que
ocultan las portadas de los álbumes de los
Beatles…
Los Beatles volvían a discutir. Estaban enfrascados en los estudios
Abbey Road y, una vez más, no se ponían de acuerdo. Como la cosa no
estaba saliendo tan bien como le hubiera gustado a Paul McCartney, puso
fin al altercado de turno abandonando el estudio y subiéndose a su Aston
Martin. La noche del 9 de noviembre de 1966 era lluviosa y un caballero
como McCartney no podía permitir ver cómo una chica caminaba por la
calle empapada a las 5 de la madrugada. El Beatle se ofreció a
recogerla, ella aceptó y subió al vehículo. Al principio, la chica no
reconoció a su salvador, pero cuando fue consciente de quién era el
hombre que sujetaba el volante, se puso histérica y comenzó a abrazarle.
Entonces, el bajista perdió el control del automóvil, se saltó un
semáforo y se empotró contra un muro. El coche comenzó a ser
devorado por las llamas después de una explosión y el Beatle acabó
decapitado, sin dientes y sin pelo. Completamente irreconocible. Paul
había muerto.
Cuando Brian Epstein, mánager de los Beatles, conoció lo ocurrido, no
tardó en sobornar a los periódicos para que no publicasen la noticia o
para que destruyesen los ejemplares impresos. También hizo lo mismo con
la policía que había identificado la matrícula del coche. Por entonces,
los Beatles se encontraban en un momento cumbre en su carrera y no
podían disolverse. Tampoco podían cambiar a su bajista. Sería una
conmoción para los fans. ¿Cuál era la solución más sencilla?
Convocar un concurso de imitadores de Paul McCartney. El ganador fue un
tal William Campbell, un policía de Ontario (Canadá) que, a pesar de
parecerse bastante a Paul, tuvo que someterse a varios cambios.
En una operación de cirugía estética le engordaron el labio superior,
quedándole una pequeña cicatriz, y le retocaron las cejas. Campbell
sabía tocar el bajo como el Beatle al que iba a sustituir, pero con una
pequeña diferencia: era diestro. Como McCartney era zurdo, su sustituto
podía tocar con la mano derecha en el estudio, pero en los vídeos tenía
que simular que tocaba con la mano izquierda.
El “nuevo” Paul McCartney ya estaba listo para que nadie notara la
diferencia. Ningún fan del cuarteto podía descubrir el pastel. Sin
embargo, los Beatles ocultaron algunas referencias de este conmovedor suceso en las portadas de sus álbumes y sus canciones.
En las portadas de los álbumes “Rubber soul”, “Yesterday and today” y
“Revolver” parece haber ciertos indicios: la foto del segundo está
tomada desde la tumba de Paul; los trozos de carne, las dentaduras y los
muñecos rotos representan su cuerpo tras el accidente en la segunda; y
en la última, Paul es el único que tiene todo el rostro de perfil. Sin
embargo, las fechas de salida anulan estas teorías, ya que los discos
fueron publicados antes de la supuesta fecha del deceso.
Con “Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band” (1967) comienzan los álbumes editados después del accidente.
Esta portada representa el entierro del bajista. Como se puede
comprobar, ha acudido mucha gente al evento. En la parte inferior de la
cubierta, una corona de jacintos amarillos dibuja la silueta de un bajo
para zurdos que solo tiene tres cuerdas. Estas flores también
parecen formar el texto “PAUL?”. Una figura de Shiva, la diosa hindú de
la destrucción, apunta con un brazo a la figura de cera de Paul y con el
otro señala al supuesto nuevo Paul. A la derecha de la portada, sobre
una muñeca descansa una réplica en miniatura de un Aston Martin, el
mismo coche que conducía el Beatle cuando sufrió el accidente. Sobre la
cabeza de Paul se encuentra la mano del cómico Issy Bonn. La mano sobre
la cabeza tiene una doble interpretación: es el gesto con el que los
sacerdotes bendicen a los muertos antes de enterrarlos y es un símbolo
de muerte en la cultura hindú. Para encontrar la pista más complicada
hay que colocar un espejo de forma paralela a la mitad de las palabras
que aparecen en el bombo: “LONELY HEARTS”. La combinación de letras y
números reflejados se interpreta, de una manera muy rebuscada, como: “El
9 de noviembre, él murió”.
Pero las pistas no solo están en la portada, basta con girar el disco y observar la contraportada. Que
Paul McCartney esté de espaldas demuestra que es un impostor, no es
quien debería ser. Encima de su cabeza están las palabras “Without you”
(“Sin ti”). George Harrison está señalando el verso que dice
“Wednesday morning at five o’clock” (“miércoles por la mañana a las 5”);
es la hora de la colisión del automóvil. Además, el 9 de noviembre de
1966 fue miércoles. Si esto no es suficiente, en la foto del interior al
desplegar la cubierta, el bajista lleva una insignia con las letras
“O.P.D.”, es decir, “Officially Pronounced Dead” (“Declarado
Oficialmente Muerto”). No obstante, lo que parece una “D”, en realidad
es una “P” y las siglas serían “O.P.P.”, las siglas de la Policía
Provincial de Ontario. Aunque, por otra parte, William Campbell era
canadiense.
Uno de los mayores dilemas del siguiente trabajo, “Magical mystery
tour”, (1967) es la identidad de la morsa. En esta portada, la morsa es
el único animal de color oscuro. Para los vikingos era una señal de mal
augurio; si al comenzar un viaje encontraban una morsa muerta por el
camino, se daban la vuelta. ¿Es la morsa Paul McCartney? En una de las
fotos del libreto, la morsa está tocando el piano y el hipopótamo está
tocando el bajo, por lo que la morsa sería Lennon y no McCartney. Pero
el dilema de la morsa volvería a aparecer más adelante en el siguiente
álbum. El resto del libreto de “Magical mystery tour” tampoco se queda
corto en indicios: desde una fotografía de Paul vestido de militar en un
escritorio donde hay una placa con el texto “I was you” (“Yo era tú”),
hasta otra en la que el bombo de la batería de Ringo tiene el texto
“Love the 3 Beatles” (“Ama a los tres Beatles”).
Con “The Beatles” (1968), el conocido como “Álbum blanco”, la portada es
tan minimalista que no se pueden encontrar indicios para justificar
esta muerte. Pero el póster que lo acompañaba tiene varios ejemplos: una
foto en la que Paul parece estar muerto en una bañera con una corona de
espinas, una foto de carné de Paul con gafas y bigote que podría ser el
una foto de carné del impostor y una foto en la que McCartney baila
conga con la Muerte en un vagón de metro, ya que unas manos de esqueleto
le agarran por la cintura. Poco más.
La portada del siguiente trabajo,
“Yellow submarine” (1969), tampoco da para mucho, excepto, de nuevo, la
mano sobre la cabeza del bajista.
No ocurre lo mismo con el penúltimo álbum editado. Si “Sgt. Pepper’s” simbolizaba el entierro, “Abbey road” (1969) representa su procesión funeraria.
En dicha marcha, cada Beatle interpretaría un rol. Preside la comitiva
John Lennon, que está vestido de blanco, simbolizando al clérigo que
ejerce la ceremonia. A continuación, Ringo Starr viste de negro, lo que
se interpreta de dos maneras: o bien está de luto porque es uno de sus
allegados o bien es el encargado de las pompas fúnebres. El último es
George Harrison, que, como viste con vaqueros, es el sepulturero. El
muerto es, por supuesto, Paul McCartney, y diversas razones tratan de
demostrarlo: Paul lleva el paso cambiado respecto a sus compañeros, está
descalzo, sus ojos están cerrados y sujeta el cigarrillo con su mano
derecha aunque es zurdo. Pero no todo se queda en los Beatles, en la
matrícula del Volkswagen Escarabajo que está aparcado a la derecha es
“28 IF” (“28 si…”), es decir, el músico tendría 28 años “si” no hubiera
fallecido. Aquí hay una controversia. En realidad, Paul tenía 27 años
cuando se editó “Abbey Road”.
Por último, su disco de despedida, “Let it be” (1970), apenas sirve para
encontrar mensajes ocultos sobre la supuesta muerte de Paul McCartney.
Quizá esto se debe a que con los habituales conflictos internos de la
banda, los Beatles no estaban de humor para esconder pistas. Y, tal como
se les muestra en la portada, ni siquiera estaban de humor para posar
juntos en la misma fotografía. Aquí aparecen enmarcados por separado,
cada uno dentro de un cuadrado. Los dos únicos detalles que sirven para
interpretar que Paul está muerto se encuentran en su imagen: es el único
de los cuatro que está mirando al frente, mientras que los demás miran a
la izquierda; y es el único que tiene un fondo que no es blanco, de
hecho, es rojo, el color de la sangre.
Esta es una pequeña muestra de la multitud de pistas que se encuentran
escondidas en las portadas de los álbumes, pero las canciones tampoco se
quedaron cortas a la hora de incluir mensajes secretos relacionados con
Paul y su accidente automovilístico. ¿Cuál es la verdad de este misterio? La respuesta, la próxima semana en la última entrega de La cara oculta del rock.
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