viernes, 20 de diciembre de 2013

El hombre que inventó a Los Beatles.

Fuente: elobservador.com.uy por Valentín Trujillo

La leyenda tiene varias versiones. Una dice que Brian Epstein entró a su disquería en Liverpool y vio a un chico (desde siempre estuvo atraído por los chicos) que se acercó al
mostrador y pidió un simple de My Bonnie, una canción que además de ser un estándar infantil en aquella época (1961) sonaba a través de una grabación que había hecho Tony Sheridan junto a un grupete del ambiente local llamado The Beatles. Esa es una de las versiones de cómo Epstein se enteró de la existencia del grupo que, con su ayuda, cambiaría la historia de la música pop.

Otra versión dice que Epstein se topó con el cuarteto en la portada de una revistucha de música que se editaba en el norte de Inglaterra, llamada Mersey beat. En el segundo número de la revista, Los Beatles aparecen en la tapa con sus instrumentos.

Sea como fuere, la historia del contacto de Epstein con los músicos, las primeras veces viéndolos en vivo en The Cavern y luego ofreciéndoles representación y la firma de un contrato, es una parte sustantiva del relato beatlesco. Sin el encuentro entre McCartney y Lennon en ese parque de Liverpool no hubiera habido magia, sin los sucesivos viajes a Hamburgo no hubiera habido magia, pero sin la parte más práctica y comercial del asunto tampoco. Y ese fue el rol que en un principio cumplió Epstein.

En homenaje a esa tarea, pero también para ahondar en otros aspectos de la mitología beatle es que se publicó este año en Estados Unidos la novela gráfica The fifth beatle, un trabajo que tiene el guión de Vivek Tiwary y dibujos de Andrew C. Robinson. Y acaba de salir su versión en español, publicada por la editorial Panini.

La novela gráfica cuenta la historia de Epstein desde que descubre a Los Beatles, cuando ya era dueño de un par de disquerías muy taquilleras en esa zona del país. El futuro manager queda impactado por lo que ve en el escenario, por la música que oye y por la onda que generan estos cuatro jóvenes. Según sigue la leyenda, esa primera noche ya quedó prendado de Los Beatles y ya se le ocurre la idea de representarlos.

Una vez que firman el contrato, Epstein se aboca a viajar a Londres con la tarea de conseguirles un sello que los grabara y de esa forma entrar en el mercado. Liverpool era un pequeño puerto industrial y para conseguir dar el paso a las grandes ligas había que desembarcar en la metrópolis. Pero con lo que se encuentra Epstein en Londres es con sucesivos “no”. Ningún estudio quiere a Los Beatles. Luego de muchas idas y venidas, Epstein logra firmar un contrato con la EMI. El resto, dicen, es solo historia pop.

Epstein fue el gran artífice de la parafernalia beatle entre 1963 y 1966, los años de la locura, de las giras mundiales que redujeron el mundo a un maní, la invasión a Estados Unidos, las apariciones en el show de Ed Sullivan, el demencial ritmo de grabación de algunos de los mejores discos de la historia de la música moderna y la articulación de la vida de cuatro muchachos que estaban comiéndose el globo bajo su tutoría empresarial.

Luego de Candlestick Park, el que sería el último concierto en vivo de Los Beatles, Epstein decidió cortar con la maquinaria. El grupo ya no quería más enormes estadios con griterío ensordecedor. Ya habían llegado a un umbral de madurez y de excelencia sonora (con discos como Revolver) y el rumbo de Los Beatles debía cambiar. Por lo tanto, para hacer una buena transición en todo esto, deciden tomarse unas vacaciones.

Epstein invita a John Lennon a tomarse unos días en España. Mucho se ha dicho sobre este viaje del dúo solitario y también mucho se escribió luego. Por ejemplo, por esos días Epstein estaba escribiendo un libro de memorias y le pidió a Lennon una sugerencia para el título. John respondió, lacónico y filoso: “¿Qué te parece ‘Memorias de un judío maricón’”? El libro luego se llamaría A cellarful of noise.

Epstein, de alguna manera, inventó a Los Beatles. Su legado se recuerda en esta novela gráfica imprescindible para fanáticos.

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