Fuente: mexico.cnn.com por Robin Morgan
Este mes se cumplen 50 años desde que el asesinato del Presidente John F. Kennedy paralizó al mundo.
Sin embargo, mientras se imprimía portadas que harían historia hubo
una exclusiva que pasó prácticamente desapercibida: el hemisferio
occidental estaba siendo testigo de una revolución juvenil.
Solo unas semanas antes había nacido la Beatlemanía, cuando
miles de
chicas frenéticas recibían en el aeropuerto Heathrow, en
Londres, a un grupo de jóvenes que venían de una breve gira en Suecia.
En el aeropuerto estaba el incondicional presentador de la televisión
estadounidense Ed Sullivan, quien al ver la histérica adulación que
recibían los cuatro chicos melenudos, decidió llevarlos a su programa.
Sin importar si alguien estaba consciente de ello o no, en ese
momento, la revolución de la juventud se había puesto en marcha. Había
ido cobrando fuerza durante el año 1963; líderes persuasivos con
guitarras inspiraban a los jóvenes a aprovechar el día, a rechazar las
vidas llevadas por sus padres y a crear su propia música, moda y
cultura.
Los tiempos estaban cambiando. Los Beatles pasaron de ser prácticamente unos desconocidos a principios de 1963 a presentarse frente a 73 millones de estadounidenses –casi un tercio de la población– en el show de Ed Sullivan a principios de 1964.
Los grupos de música pop –algunos recién salidos de la escuela– de
pronto recibían invitaciones para presentarse en sitios como el Palacio
de Buckingham y la Casa Blanca. El presidente Lyndon B. Johnson hizo
que un grupo, The Dave Clark Five, fuera llevado hacia los escalones del
Air Force One, para que le pudieran dar sus autógrafos.
Una generación que había sido tolerada se convirtió en una generación por la que se sentían atraídos. El escenario estaba listo, 1963
fue la noche de inauguración, y su nuevo camino era tan radical, un
cambio tan distinto del pasado, que no sabían lo que les esperaba.
"Nos sentábamos en un club, los Stones, los Beatles, las modelos y
yo... y hablábamos de que solo duraría un par de años y luego
trabajaríamos al igual que nuestros padres", recuerda Terry O´Neill, el
celebrado fotógrafo británico quien registró los extensos cambios que se
dieron en Londres en 1963.
"Ringo iba a trabajar en una peluquería y Mick Jagger pensó
que lo haría en un banco. Las modelos solo pensaban que podían hacer lo
que quisieran antes de encontrar con quién casarse, u obtener empleo
como secretarias.
"Pero, de pronto, en ese año nos dimos cuenta de que las vidas que
estábamos viviendo no eran solo una transición de una etapa a la otra.
Podíamos ser cualquier cosa que quisiéramos. Nadie nos iba a detener.
Ninguno de nosotros había recibido capacitación formal. Ni Eric, Keith,
Paul o John podían leer música. Yo sólo tomé una cámara. No tenía idea
de lo que estaba haciendo. Pero nadie nos dijo que no podíamos hacerlo.
Eso, dice O´Neill, es lo que era verdaderamente especial de 1963.
"Podíamos ser lo que quisiéramos, y decir lo que quisiéramos respecto a
quienes éramos".
La noche de un día difícil
Cuando habló conmigo en su última entrevista semanas antes de su
muerte el año pasado, el legendario peluquero Vidal Sassoon puso en
contexto el sentido de la irreverencia juvenil y la creatividad que
definirían una era.
"Después de la guerra, Gran Bretaña estaba en la quiebra, nosotros
estábamos en la quiebra; por lo tanto, criamos a nuestros hijos con un
extraordinario enfoque de reconstrucción y rebelión", dijo.
Sassoon, un joven perteneciente a la clase obrera de la zona East End
de Londres, había enfocado toda su ambición en convertirse en
estilista, y subió de categoría en el súper elegante barrio Mayfair de
Londres. Mientras su salón era visitado por la aristocracia y por las
esposas de hombres ricos y poderosos, Sassoon –en el espíritu de la época– se
resistió al establecimiento de convencionalismos y creó una fuerte y
geométrica declaración de independencia juvenil: el corte de pelo
estilo bob.
"Pasé por su salón un día y vi la fotografía de un corte de pelo. Se trataba del five point bob,
dice Mary Quant, quien también contribuyó al floreciente culto de la
juventud al cortar 12 pulgadas de un dobladillo; así, inventó el
minivestido". "Quería verme como esa modelo. Todas las personas que
conocía querían hacerlo".
En un estudio de grabación en Manhattan, el guitarrista de los
Rolling Stones, Keith Richards, dice que la juventud de 1963 cambió el
mundo "con guitarras, patrones, tijeras, pinceles, cámaras e ideas que
rompían el molde y a menudo eran inocentes".
El tiempo está de mi lado
"Durante años nos habían dicho, 'entrarás al ejército, eso te
arreglará'. Entonces, de repente, ya no teníamos que entrar al
ejército", dice Richards.
El llamado a las filas después de la guerra había terminado en Gran
Bretaña, y se estaba reduciendo en Estados Unidos. Los jóvenes habían
crecido con la certeza de que harían tres años de servicio militar y
luego, de la nada, "nos devolvieron esos años", dice Richards.
Todo ese tiempo libre recién descubierto llevó a una explosión de
expresión que, por momentos, era impresionante. Ese año, un joven Andy
Warhol se trasladó a un cuartel de bomberos en East 87th Street en Nueva
York para expandir las fronteras del mundo del arte, y un joven David
Hockney inventó su propia gama.
Una compañía de ropa llamada Levi´s reconoció una tendencia y lanzó
sus vaqueros encogidos; Timothy Leary perdió su empleo en Harvard e
inició su experimento Millbrook; los festivales de Monterey y Newport
crearon un nuevo modelo para la celebración de la juventud en masa.
Y no sólo se trató de la prosperidad y la libertad de explorar nueva
música y usar nuevos estilos de moda para bailar y mostrarse a otros: La
píldora anticonceptiva se volvió ampliamente disponible para las
jóvenes; así, se vieron liberadas de los embarazos no deseados que
limitaban su adolescencia.
En ese año, desconocidos se hicieron famosos, y seguirían así medio
siglo después. Las contribuciones que hicieron al arte y a la cultura
seguirán abarcando muchos siglos más.
Es gracias a Jagger, Dylan y los Beatles; a Quant, Sassoon; a los
incontables expertos en la moda, músicos y artistas que surgieron ese
año, que los jóvenes de 18 años hoy en día disponen de la atención de
políticos y de Wall Street.
Antes de 1963, la juventud era en gran parte aquiescente y codiciosa.
Después de 1963, era imposible ignorarlos. Los atendían. Se
comercializaba pensando en ellos. Los oían. Los escuchaban.
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