domingo, 10 de agosto de 2014

Cuando sea grande voy a ser John.

Fuente: lavoz.ar por Edgardo Litvinoff
Los niños, cuyo día se celebra hoy, pueden andar necesitando cosas mucho más simples que las que solemos ofrecerles.

Qué querés ser cuando seas grande, le preguntaron al niño John Lennon en
la escuela. “Feliz”, contestó. “No entendiste la pregunta”, le advirtieron. “Vos no entendés la vida”, retrucó él.
Hubo mucho de ese pensamiento en sus canciones. Y en su vida, claro.

Uno de los períodos menos descriptos en sus biografías es el de los cinco años en los que dejó de lado su carrera para criar a su hijo Sean, fruto de su amor con Yoko Ono. La omisión es lógica, aunque no tanto: su legado más trascendente es musical, pero gran parte de esa inspiración nació de su forma de entender la vida.

Parte de esa experiencia se puede ver en la muestra “Los años en New York”, de Bob Gruen, que se exhibe en la Plaza de la Música, en Córdoba.

En ese medio lustro, que comenzó en 1975 y terminó con su asesinato, el exbeatle cambió pañales, hizo de comer, paseó de la mano con Sean, lo acunó en las noches de llanto y le tomó la fiebre con esos actos de orfebrería que sólo construye la paternidad (en el sentido más inclusivo de géneros) cotidiana.

“Mamá, no te vayas/ papi, volvé a casa”, se desgarraba John en Mother, en nombre de la madre que lo había abandonado a poco de nacer. Él tampoco se había portado muy bien con su primer hijo, Julian. Y no quiso reincidir.

Pero la culpa u otros motivos psicológicos no desmerecen la decisión: otros con igual prontuario suelen repetir conductas. Es cierto que Lennon tampoco necesitaba trabajar para ganarse el pan, pero el mundo está lleno de gente exitosa que sólo desea seguir siéndolo, a cualquier precio.

Él era John Lennon. Bajó del Olimpo, dejó el altar, renunció al cielo de los pedestales para bajar a tierra y cuidar de un pequeño.

Los últimos cinco años de Lennon fueron los menos prolíficos en su carrera musical, a la vez que su lección de vida más extraordinaria.

No fue un padre perfecto, seguramente. Pero nos alienta a pensar que los niños, cuyo día se celebra hoy, pueden andar necesitando cosas mucho más simples que las que solemos ofrecerles.

Before you cross the street / take my hand / life is what happens to you / while you’re busy / making other plans (antes de cruzar la calle/ tomá mi mano/ la vida es eso que te pasa/ mientras estás ocupado/ haciendo otros planes), sacude en Beautiful boy, uno de sus temas más erizantes, hecho con las entrañas de su amor por Sean.

Lennon no le dijo al mundo que hay que abandonar todo durante cinco años para dedicarse a los hijos. Apenas dejó entrever que el tiempo compartido valía más que componer la mejor canción del mundo. No importa cuánto tiempo: el que se tenga, el que se pueda, el que haga falta.

Suficiente lección para hoy.





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