Fuente: excelsior.com.mx Laura Llerena / Fotos: Juan Herrera, AP y Especial
En la calle de Ámsterdam, en la colonia Condesa de la Ciudad de México, Abbey Rock es el paraíso escondido para
los beatlemaniacos.
Si bien no llama la atención la fachada en blanco de esta pequeña
tiendita, con apenas una ventana que deja ver sólo algunos objetos
alusivos a los Beatles, el tesoro está resguardado al interior.
Playeras, chamarras, gorras y cuadros del cuarteto de Liverpool
adornan las paredes de este lugar. Al centro, ordenados en un mueble,
están agrupados cientos de discos de vinilo del grupo, así como películas
y algunas revistas.
En otros estantes, que van del piso al techo, sobre repisas de
cristal, se observan muñecos que representan a John Lennon, Paul
McCartney, George Harrison y Ringo Starr, todos con diferentes diseños,
estilos y tamaños.
Cada uno de los objetos que aquí se encuentran son originales y
oficiales de las tiendas de Los Beatles en Londres, desde donde Ricardo
Calderón, el propietario de este espacio, los ha traído, y lo mejor,
para ponerlos en venta.
Ricardo lleva 48 años coleccionando artículos de su grupo favorito de
manera “inconsciente”, como él mismo lo cataloga, años que no le han
servido para contabilizar tantos objetos recopilados.
“Es imposible contarlos, tengo muchísimos”, asegura Calderón.
Tan sólo de vinilos, Ricardo señala que tiene entre 12 y 13 mil, y
una cantidad parecida de discos compactos. Posee más de mil libros de
los Beatles, alrededor de 500 ediciones de la revista México Canta, con notas referentes al grupo, entre otras cosas que su memoria no alcanza a registrar.
Un tesoro tras la cortina
Detrás de la cortina negra que divide la tienda de Abbey Rock de la casa de Ricardo Calderón, este beatlemanico resguarda lo más preciado de su colección.
Tras ella se encuentran cuadros y posters con diferentes texturas y
tamaños que retratan los rostros de los Beatles y que adornan la pared
de la escalera que lleva al segundo piso de la casa.
Ahí, en la segunda planta, el estrecho pasillo afuera de las
habitaciones y el estudio tiene preciados estantes que, como trofeos,
sostienen curiosos objetos del cuarteto, como una pequeña lámpara del
submarino amarillo y muñecos hechos a detalle, donde se mira a cada
integrante tocando su instrumento musical.
Unos pasos adelante, al final del pasillo y luego de una puerta de
madera, un primer cuarto de la casa resguarda miles de viniles del
grupo, perfectamente ordenados en estantes que ocupan todo el espacio.
Ricardo guarda en este rincón su primer disco de los Beatles (1964) y la primera edición de Love Me Do con sello rojo editado el 5 de octubre de 1962, los cuales saca de su sitio con la delicadeza de quien toca un gran tesoro.
En una segunda habitación, otros artículos de su colección viven ahí,
como si fueran un miembro más de su familia. Cajitas musicales que
tocan alguna melodía del cuarteto inglés, muñecos de peluche de cada uno
de los personajes del grupo, botellas y relojes de edición especial con
los rostros de los Beatles, maletas coloridas con dibujos alusivos a
sus canciones y hasta un vestuario, aún en su empaque, como el que usaba
el cuarteto en los años 60, son sólo algunos de los objetos que se
observan.
Si bien esta parte de su colección no está abierta al público,
Ricardo parece dispuesto a compartir su riqueza con quienes así se lo
pidan, pues consciente de que no cuenta con el espacio ideal para
mostrar todos sus objetos se ha encargado de exhibir algunos de ellos en
exposiciones que él, junto con su club, monta en espacios que en
ocasiones les proporciona el Gobierno del Distrito Federal en fechas
especiales como el cumpleaños de alguno de los Beatles.
La siguiente fecha para festejar es el próximo 5 de octubre cuando celebrarán los 50 años del lanzamiento de Love Me Do,
el primer sencillo oficial del cuarteto fantástico, con un evento en
las instalaciones de EMI Music. Habrá cuatro grupos tributo a Los
Beatles, como Morsa, London Town, Revolver y Red and Blue.
De los inicios al club
Ricardo comenzó su colección en 1964 “sin darse
cuenta”, recuerda, luego de escuchar una canción de los Beatles en su
natal Acapulco.
“Tenía 13 años y nunca los había escuchado. En ese entonces sólo
había tres estaciones de radio que transmitían de 6 am a 8 pm, ya sea
novelas, música tropical, de tríos y una de grandes bandas en inglés”,
dice Ricardo.
A partir de ese momento comenzó a seguirlos.
“Le pregunté a uno de mis primos, tres años mayor que yo, quiénes
eran. Desde entonces fastidié a mi papá hasta que me compró mi primer
disco”, afirma.
De esa forma inició comprando discos usados en los tianguis, que
luego conseguía en mejores condiciones y los iba intercambiando “como
las estampitas”, señala.
Fue a partir de 1977 cuando su colección tomó forma de manera
consciente, cuando su trabajo le permitió viajar e ir adquiriendo
artículos de mayor valor, traídos de otros países, como Estados Unidos e
Inglaterra, a donde Ricardo llegó a viajar para reunirse en
convenciones de los Beatles con otros fans del mundo.
En 1984 Ricardo ingresó a un club que se formó en México luego de la muerte de John Lennon.
“Llegó una conciencia entre nosotros, salimos del closet para
declarar nuestra pasión por los Beatles”, aseguró sobre el club en el
que llegaron a contabilizar hasta seis mil integrantes, quienes se
juntan en fechas importantes relacionadas con el cuarteto inglés.
“Antes yo lo veía como mi club de Toby, para juntarnos con los cuates
y escuchar música, porque antes no había internet para estar en
contacto”, explica.
Hoy en día, además de atender esta tienda que parece más un pequeño museo del recuerdo, Ricardo también realiza tours a
Londres cada año, para visitar los sitios donde crecieron sus ídolos
musicales. Lleva 20 años viajando a la “Tierra Santa de los beatlemaniacos”, como él mismo cataloga a la capital británica.
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