Fuente: elperiodico.com
Los Beatles no han muerto. La música y el espíritu del grupo de
Liverpool siguen vivos en infinidad de lugares. Especialmente, en un
pequeño local de
Les Corts, La Garrafa dels Beatles (Joan Güell, 150),
un bar-museo fundado por Ricky Rodríguez, músico y amante del rock de
los 60. Aunque abrió el local en 1976, hace 22 que lo consagró a la
banda de Liverpool.
«Celebramos actuaciones desde que abrí el bar. Primero eran de música suramericana y también había gente que contaba chistes», explica
su dueño. Un día, Joan Fuster, excompañero del servicio militar de
Rodríguez y también músico, tocó en el local. Del reencuentro salió la
idea de empezar juntos un proyecto para orientar el bar hacia la banda
de rock inglés.
La elección no fue al azar. «De joven tocaba, y
estaba totalmente influenciado por los Beatles. Nos encantaban. Hay que
pensar que estuvieron 10 años en la cima, sacando un éxito tras otro. No
nos dejaban respirar», dice Rodríguez.
Objetos de culto
Convertir el local en un pequeño museo de los
Beatles no ha sido una tarea fácil. Desde hace 22 años, Joan Fuster y
Ricky Rodríguez compran objetos relacionados con el cuarteto compuesto
por John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Star.
En la
entrada, una insignia con palabras de George Harrison corrobora el
espíritu de la banda, y del propio local: «Los discos de los Beatles no tienen caducidad».
Dentro, una marea de fotografías y curiosidades del grupo inglés inunda
las paredes del bar. Entre ellos, hay objetos muy especiales.
Algunos,
únicos. En una pared relucen dos entradas originales del año 1965, que
costaban 80 pesetas, de cuando los Beatles tocaron en Barcelona. También
se expone una pequeña bolsita alberga polvo real del Cavern Club, un
local de Londres donde empezó a tocar el grupo. Sin embargo, quizás uno
de los más curiosos es el certificado de matrimonio de John Lennon y
Yoko Ono.
Además, todas las noches de lunes a sábado y desde hace
más de 20 años, los dos propietarios interpretan los clásicos de la
banda y otras canciones de los 60. Así, los Beatles suenan al compás de
dos amigos que un día tuvieron una idea y la tiraron adelante.
¿Los
clientes? «Padres que traen a sus hijos e hijos que traen a sus padres», explica Rodríguez. Una de ellos es Paqui Navarro, que viene desde Cornellá para disfrutar del local. «Conozco
el bar por mi marido, que trabaja cerca. Venimos expresamente porque
nos encantan los Beatles. El local es una maravilla».
Rodríguez está feliz con su negocio. Es especial. Le gusta lo que hace y, además, lleva muchos años viviendo de el. «Si pudiéramos volver atrás, haríamos lo mismo que hemos hecho hasta ahora», afirma.
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