Su casa es como un museo.
Digno de estar entre las guías turísticas y más destacadas de Liverpool.
Sin embargo, Julio Villegas se conforma, "muy satisfecho", con exponer
su
material de coleccionismo entre las salas vizcainas que le hacen un hueco. Julio vive en Sopelana, tiene miedo a los aviones y es beatlemaníaco.
Sí, a pesar de no haber podido viajar nunca -debido a su pánico a volar- hasta la cuna de sus ídolos, Julio conserva en su casa, y en una lonja que posee debajo, primeras ediciones de discos, merchandising auténtico de la década de los sesenta y un sinfín de referencias bibliográficas de los Beatles. Hasta el día 30, este vecino de Sopelana expone con cariño y orgullo toda su colección en la Casa Torre de Santurtzi. "Yo llevo a los Beatles donde haga falta", dice.
Solo tenía once años cuando sostuvo su primer disco de los británicos en las manos: Hello Goodbye, que fue número uno de ventas en Inglaterra durante seis semanas. Fue en el año 1968 gracias a su padre "que trajo el disco a casa", recuerda. "En esa época no se conocía nada a los Beatles. La música que se escucha era más de valor patrio como Masiel, Raphael… Pero un día mi padre trajo el disco y mira", cuenta. De aquellas, asegura, el grupo era conocido como los beatles, "como suena, nada de inglés", ríe.
El disco comenzó a girar sobre el reproductor debido a la curiosidad que a Julio le provocaban las malas críticas que se hacían entonces sobre el grupo. Pero pronto descubrió que John Lennon, Paul McCarney, George Harrison y Ringo Starr le acompañarían siempre en su vida.
Y así ha sido. Los años de Julio fueron pasando con la banda sonora de los de Liverpool. El submarino amarillo, Yesterday, Help! o Let it be acompañaron momentos como su boda, el nacimiento de su hija… Y un día, sin darse cuenta, comenzó a guardar sus pequeños tesoros de estos cuatro genios musicales "cada uno de ellos con sus individualidades, claro", destaca conociendo de carrerilla sus historias personales. No es para menos. Para eso se ha leído y releído las más de 187 ediciones bibliográficas de los componentes del grupo. Son una pequeña parte de su colección, que se completa con más de 112 revistas de los Beatles "algunas muy buenas y otras muy malas, como todo", admite.
Treinta años de recuerdos Más de tres décadas ha necesitado este fan para reunir su tesoro, en el que por supuesto no falta ni un título de la discografía de los Beatles, entre ellos el primer disco que entró por su puerta. En total, en la actualidad Julio suma más de 220 trabajos de los ingleses entre discos originales, versiones especiales, reediciones… Pero no todo es música en su particular museo, ya que también ha recortado noticias de los periódicos en los que aparecía alguno de sus componentes, como el asesinato de John Lennon o la última boda de McCarney.
Pero no da su colección por terminada, eso nunca. "Yo sigo recopilando cosas", afirma. Para guardarlas bien ordenadas, cuenta con el apoyo de su mujer, "que es muy organizada", señala. Y es que no hay otro secreto más que el del orden y los buenos contactos para poder recopilar tanto material de los Beatles sin haber viajado nunca a Inglaterra. "Muchos amigos conocen mi afición y cuando encuentran algo me llaman, me preguntan a ver si lo tengo y si no, me lo compran", asegura. Además de la ayuda de sus amigos, Julio viaja hasta Barcelona para adquirir en tiendas especializadas nuevo material que añadir en su lonja.
En ella guarda su objeto más preciado "a parte de mi familia". Se trata de un reloj que le regaló uno de sus amigos. "Es un edición limitada de la que únicamente se fabricaron 1.500 y yo tengo uno de ellos", señala orgulloso. "Estoy seguro de que a mi amigo le costó mucho trabajo y dinero hacerse con él y solo por eso es uno de mis objetos preferidos". Lo máximo que el beatlemaníaco ha gastado en este tiempo ha sido de 150 a 200 euros y fue en un biombo que contiene la imagen más conocida del grupo cruzando el paso de cebra en Abbey road. Los álbumes de coleccionista pueden llegar a costar entre 80 y 90 euros, aunque a veces sonríe la suerte y se rescatan viejas glorias en viejas construcciones: "Uno de los discos originales de mi colección lo encontraron cuando estaban derribando un piso", cuenta divertido señalando la joya.
De todo El merchandising también tiene un espacio especial en la colección que el de Sopelana ha trasladado estos días hasta Santurtzi. Tazas, estuches de pintura, mecheros, carcasas para móvil, puzles, carteras… "Los Beatles dan mucho juego, y a la vez mucho dinero en este mercado y lo están explotando al máximo", asegura Julio, a quien cada conocido que viaja a Inglaterra le trae un nuevo objeto para el recuerdo.
Entre todos los objetos, Julio destaca el "verdadero merchandising" de los Beatles, "el bueno de verdad que se hizo cuando ellos salieron y empezaron a tener éxito". De esa época las cristaleras de la Casa Torre resaltan unos sellos de correos de 1964 y unas figuras de los cuatro músicos que datan de 1965.
Las notas de los grandes éxitos del grupo reciben a los visitantes al entrar en la exposición Santurtziarra. "Es visual, auditiva y con explicaciones en primera persona si es que se desea", explica Julio.
Y es que el primer piso de la Casa Torre pone a disposición de los amantes de los Beatles carteles explicativos, música, documentales y la experiencia del propio dueño del material expuesto, quien se desvive porque a sus visitantes no les quede ninguna duda, en caso de que surjan. "La gente puede leer, aprender curiosidades sobre la vida musical y personal de los miembros del grupo y volver a disfrutar con sus temas", resuma Julio, que es además de un fan incondicional de los de Liverpool, uno de los fundadores del club de fans de Cantabria.
Recorriendo la muestra que estos días se expone en Santurtzi resulta más que difícil escoger una de esas piezas únicas como favorita. "Y eso que no hay sitio para exponer todo porque aún tengo más cosas en casa", desvela. A pesar del tamaño de su tesoro, Julio aún ansía una pieza más. "Mi sueño, aparte de quitarle el miedo al avión para ir a Liverpool, sería conseguir algo que realmente fuera de ellos -los Beatles-: un traje, una púa, una corbata… Pero para eso necesitaría mucho dinero".
material de coleccionismo entre las salas vizcainas que le hacen un hueco. Julio vive en Sopelana, tiene miedo a los aviones y es beatlemaníaco.
Sí, a pesar de no haber podido viajar nunca -debido a su pánico a volar- hasta la cuna de sus ídolos, Julio conserva en su casa, y en una lonja que posee debajo, primeras ediciones de discos, merchandising auténtico de la década de los sesenta y un sinfín de referencias bibliográficas de los Beatles. Hasta el día 30, este vecino de Sopelana expone con cariño y orgullo toda su colección en la Casa Torre de Santurtzi. "Yo llevo a los Beatles donde haga falta", dice.
Solo tenía once años cuando sostuvo su primer disco de los británicos en las manos: Hello Goodbye, que fue número uno de ventas en Inglaterra durante seis semanas. Fue en el año 1968 gracias a su padre "que trajo el disco a casa", recuerda. "En esa época no se conocía nada a los Beatles. La música que se escucha era más de valor patrio como Masiel, Raphael… Pero un día mi padre trajo el disco y mira", cuenta. De aquellas, asegura, el grupo era conocido como los beatles, "como suena, nada de inglés", ríe.
El disco comenzó a girar sobre el reproductor debido a la curiosidad que a Julio le provocaban las malas críticas que se hacían entonces sobre el grupo. Pero pronto descubrió que John Lennon, Paul McCarney, George Harrison y Ringo Starr le acompañarían siempre en su vida.
Y así ha sido. Los años de Julio fueron pasando con la banda sonora de los de Liverpool. El submarino amarillo, Yesterday, Help! o Let it be acompañaron momentos como su boda, el nacimiento de su hija… Y un día, sin darse cuenta, comenzó a guardar sus pequeños tesoros de estos cuatro genios musicales "cada uno de ellos con sus individualidades, claro", destaca conociendo de carrerilla sus historias personales. No es para menos. Para eso se ha leído y releído las más de 187 ediciones bibliográficas de los componentes del grupo. Son una pequeña parte de su colección, que se completa con más de 112 revistas de los Beatles "algunas muy buenas y otras muy malas, como todo", admite.
Treinta años de recuerdos Más de tres décadas ha necesitado este fan para reunir su tesoro, en el que por supuesto no falta ni un título de la discografía de los Beatles, entre ellos el primer disco que entró por su puerta. En total, en la actualidad Julio suma más de 220 trabajos de los ingleses entre discos originales, versiones especiales, reediciones… Pero no todo es música en su particular museo, ya que también ha recortado noticias de los periódicos en los que aparecía alguno de sus componentes, como el asesinato de John Lennon o la última boda de McCarney.
Pero no da su colección por terminada, eso nunca. "Yo sigo recopilando cosas", afirma. Para guardarlas bien ordenadas, cuenta con el apoyo de su mujer, "que es muy organizada", señala. Y es que no hay otro secreto más que el del orden y los buenos contactos para poder recopilar tanto material de los Beatles sin haber viajado nunca a Inglaterra. "Muchos amigos conocen mi afición y cuando encuentran algo me llaman, me preguntan a ver si lo tengo y si no, me lo compran", asegura. Además de la ayuda de sus amigos, Julio viaja hasta Barcelona para adquirir en tiendas especializadas nuevo material que añadir en su lonja.
En ella guarda su objeto más preciado "a parte de mi familia". Se trata de un reloj que le regaló uno de sus amigos. "Es un edición limitada de la que únicamente se fabricaron 1.500 y yo tengo uno de ellos", señala orgulloso. "Estoy seguro de que a mi amigo le costó mucho trabajo y dinero hacerse con él y solo por eso es uno de mis objetos preferidos". Lo máximo que el beatlemaníaco ha gastado en este tiempo ha sido de 150 a 200 euros y fue en un biombo que contiene la imagen más conocida del grupo cruzando el paso de cebra en Abbey road. Los álbumes de coleccionista pueden llegar a costar entre 80 y 90 euros, aunque a veces sonríe la suerte y se rescatan viejas glorias en viejas construcciones: "Uno de los discos originales de mi colección lo encontraron cuando estaban derribando un piso", cuenta divertido señalando la joya.
De todo El merchandising también tiene un espacio especial en la colección que el de Sopelana ha trasladado estos días hasta Santurtzi. Tazas, estuches de pintura, mecheros, carcasas para móvil, puzles, carteras… "Los Beatles dan mucho juego, y a la vez mucho dinero en este mercado y lo están explotando al máximo", asegura Julio, a quien cada conocido que viaja a Inglaterra le trae un nuevo objeto para el recuerdo.
Entre todos los objetos, Julio destaca el "verdadero merchandising" de los Beatles, "el bueno de verdad que se hizo cuando ellos salieron y empezaron a tener éxito". De esa época las cristaleras de la Casa Torre resaltan unos sellos de correos de 1964 y unas figuras de los cuatro músicos que datan de 1965.
Las notas de los grandes éxitos del grupo reciben a los visitantes al entrar en la exposición Santurtziarra. "Es visual, auditiva y con explicaciones en primera persona si es que se desea", explica Julio.
Y es que el primer piso de la Casa Torre pone a disposición de los amantes de los Beatles carteles explicativos, música, documentales y la experiencia del propio dueño del material expuesto, quien se desvive porque a sus visitantes no les quede ninguna duda, en caso de que surjan. "La gente puede leer, aprender curiosidades sobre la vida musical y personal de los miembros del grupo y volver a disfrutar con sus temas", resuma Julio, que es además de un fan incondicional de los de Liverpool, uno de los fundadores del club de fans de Cantabria.
Recorriendo la muestra que estos días se expone en Santurtzi resulta más que difícil escoger una de esas piezas únicas como favorita. "Y eso que no hay sitio para exponer todo porque aún tengo más cosas en casa", desvela. A pesar del tamaño de su tesoro, Julio aún ansía una pieza más. "Mi sueño, aparte de quitarle el miedo al avión para ir a Liverpool, sería conseguir algo que realmente fuera de ellos -los Beatles-: un traje, una púa, una corbata… Pero para eso necesitaría mucho dinero".
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