Fuente: elpais.es
Los gritos llenan la oscuridad cuando se empiezan a oír los tres primeros acordes de Twist and Shout.
Con las luces del escenario todavía apagadas, los asistentes aplauden a
la formación que hacía sonar los instrumentos todavía sin la luz de los
focos. Los Beatles se personificaron el jueves por
la noche en el
Arteria Coliseum gracias a los cuatro miembros de la banda tributo Abbey
Road, que dejan de lado sus profesiones habituales para entretener a
los fans del grupo más popular del planeta.
Ferrán Corbalán trabaja en telecomunicaciones de lunes a viernes,
pero los fines de semana se transforma en guitarrista. Sobre el
escenario es George Harrison. Los otros tres integrantes son Manel
Solsona, que aparca su taxi para meterse en la piel de John Lennon,
Manel Mateo que deja los seguros y pasa a ser Paul McCartney y Carles
Moreno, que se transforma en Ringo Starr y se aleja de la empresa de
aguas en la que trabaja entre semana. Ellos mismos dicen “The Beatles are back”.
La banda barcelonesa Abbey Road tocó 40 éxitos de los chicos de
Liverpool durante más de dos horas y deleitó al público que, tras la
actuación, se declaró más que satisfecho con el resultado. “Ha sido
fantástico”, aseguró una antigua fan de los Beatles. “El sonido es casi
idéntico”.
El John Lennon catalán bromeó hora tras hora sobre el escenario:
“Antes solo hacíamos conciertos de 30 minutos, pero a más viejos más
largos. ¿Quién se lo explica?”. Armado con una peluca, una lista de
chistes sobre los integrantes de los Beatles y con inventario de
referencias a otros ídolos del rock -como Chuck Berry o Elvis Presley-
Lennon arrancó aplausos y risas al auditorio, una mezcla de estudiantes,
jóvenes, mayores e incluso niños. La fiebre beatle volvía a sentirse casi como antaño.
La audiencia estallaba con las manos arriba haciendo el símbolo de la
paz, dando palmas y entonando el ritmo cuando sonaban las canciones más
populares, como Hard Day’s Night, Help o Come Together.
Esta última, de la fase más psicodélica del grupo, vino adornada con el
estilo típico de la época: los pantalones de campana, pelos largos y
barbas a medio hacer. “Es lo más cerca que puedes estar de Los Beatles
en España”, opinó Marco Murillo, un espectador de veinte y pocos años.
La calidad del grupo también la reveló la revista inglesa Mojo Magazine,
que les consideró el quinto mejor del mundo y el mejor de España, entre
las bandas de tributo al grupo de Liverpool que levantó pasiones
durante décadas.
Entre un tema y otro, Manel Sonsola gastaban bromas sobre la cantidad
de canciones que tenían que tocar para rellenar un concierto. “Si
fuéramos Pink Floyd, con cuatro canciones ya teníamos el espectáculo
solucionado”, dijo antes de sacar del baúl joyas escondidas, como You like me too much o Mr. Moonlight.
También Ferrán Corbalán, o George Harrison sobre la escena, bromeó con
su condición de novato en los inicios de la banda. "No me dejaban
componer. Todo para Paul, todo para John... ¡Qué avariciosos!", decía
antes de cualquiera de sus composiciónes como, por ejemplo, Something.
Entre gritos adolescentes que evocaban esa época en la que Los
Beatles eran fenómeno de masas, Paul, John, Ringo y George pidieron al
público participar en lo que fue el final de su espectáculo. En pie, el
auditorio cantó con ellos Hey Jude,
un cierre que dejó buen sabor de boca y sonrisas plasmadas en los
rostros. También se pudo escuchar algún suspiro y algún deseo imposible:
“Como me gustaría que de verdad estuviesen todavía vivos para poder
verlos tocar...”
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