Fuente: efeeme.com
Tras varias semanas recibiendo noticias sobre su delicado estado de
salud, finalmente ayer, 20 de mayo, murió Robin Gibb, componente del
trío Bee Gees, a los 62 años. En otoño de 2010 se le diagnosticó cáncer
de cólon y de hígado, posteriormente, durante el tratamiento, entró en
coma debido a una neumonía de la que parecía
haberse reestablecido.
Además de con el grupo, Gibb, desde 1969 también grabó en solitario,
manteniendo una guadianesca carrera solista que dejó siete elepés.
Los Bee Gees estaba integrado por tres hermanos: Barry, que era el
mayor, y los dos hermanos gemelos Robin y Maurice. Eran tres de los
cinco hijos de un batería de Manchester que emigró a Australia
(concretamente a Redcliffe, en Queensland) junto a toda su familia en
1958 tratando de eludir la dureza de la posguerra. Robin había nacido en
la Isla de Man, el 22 de diciembre de 1949.
El grupo, que no se disolvió hasta 2003, pasó por diferentes etapas
musicales, en la actualidad la más recordada por el gran público es la
que los llevó al éxito mundial en 1997 con sus canciones para la banda
sonora de la película “Fiebre del sábado noche”, con las que el trío se
zambulló en el ritmo del momento, la disco music.
Los orígenes de los Bee Gees se remontan a finales de los años
cincuenta, cuando comenzaron a actuar en salas de cine de Manchester,
por entonces se llamaban The Rattlesnakes, para, posteriormente,
denominarse Wee Johnny Hayes & the Bluecats. En Australia, fue un DJ
el que los bautizó como los Bee Gees, justo cuando comenzaban a
aparecer en programas televisivos, lo que les granjeó gran popularidad,
debido a sus juegos vocales y melodías. Los tres hermanos eran los
compositores de sus propios temas, lo que les valió un contrato de
grabación en 1963 para el sello Festival. Tras lanzar diferentes
singles, en 1965 grabaron su primer elepé. Pero unas maquetas enviadas
al manager de los Beatles, Brian Epstein, acabaron en manos del
productor Robert Stigwood, quien logró que en 1967 firmaran por el sello
Polydor. El lanzamiento de su primer álbum de esta nueva etapa en
Inglaterra, los aproximaba a los Beatles, con los que fueron comparados.
El single ‘New York mining disaster 1941′ los llevó a entrar en el Top
20 de Inglaterra.
El segundo single, ‘To love somebody’, los introdujo en las listas de
Estados Unidos. Desde ahí, y en años posteriores, la continuación de
éxitos fue constante, con el grupo desarrollando una suerte de
barroquismo pop y psicodelia, producidos por ellos mismos y firmando en
1969 su obra cumbre, el álbum “Odessa”, uno de esos discos
imprescindibles para quien quiera conocer las mejores obras de ese
periodo pop y que les condujo a una primera disolución del grupo tras
una agria discusión por la canción que debía lanzarse como primer
single.
Discos posteriores, como los tres lanzados en 1971 (“SWALK”, “2 years
on” y “Trafalgar”) demostraron que los Bee Gees era un grupo de largo
recorrido, capaz de gestar obras de enorme calidad y de lograr éxitos
con ellas. Sin embargo, su estrella se fue desvaneciendo poco a poco
hasta que en 1974 Eric Clapton los animó a grabar en los estudios
Criteria de Miami con producción de Arif Mardin. De ahí salió el álbum
“Mr. Natural”, en el que los Bee Gees se mostraban imbuidos por la
música negra, especialmente por el funk, con Barry Gibb como principal
entusiasta de esta nueva línea, en la que comenzaron a trabajar con los
típicos falsetes que acabarían por identificar su nuevo sonido. La banda
ahora tenía en Estados Unidos su base de operaciones, donde incluso
obtuvieron algún número uno.
Pero todo cambió con la inclusión en 1977 de sus temas en la película
“Fiebre del sábado noche” (“Saturday night fever”), que lanzaría a John
Travolta al estrellato mundial y, de paso, llevaría a los Bee Gees a
ser conocidos en todo el planeta, ya plenamente metidos en la disco
music. ‘Stayin’ alive’ fue la canción que los catapultó. Un álbum, por
cierto, el de “Saturday night fever”, que en absoluto hay que despreciar
y que supone una piedra angular del pop de los setenta.
Su siguiente disco, “Spirits having flown” (1979), combinando
baladas, música disco y sonido Filadelfia revalidó el éxito y durante
los primeros años ochenta los rehabilitados Bee Gees fueron todo un
fenómeno mundial. Desde ese momento comenzaron a vivir del pasado,
aunque seguían editando discos, pero ya con escasa repercusión y
enquistados en las formas que les llevaron al éxito en los últimos
setenta. De los tres hermanos fue Robin el que más destacó, firmando
producciones para Barbra Streisand y Diana Ross.
Durante los años noventa fueron desapareciendo poco a poco de la
escena hasta la disolución en 2003, tras la muerte de Maurice, de un
paro cardiaco durante una intervención quirúrgica.
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