Fuente: ElTiempo.com.ec
Por: Antonio Martínez B. | antonio1905@gmail. com
Una amiga ha escrito esta frase en su página de Facebook: “Adiós a
Whitney Houston. La fama debería llegar a los humanos acompañada, en
cantidades iguales, de sabiduría. De lo contrario, puede terminar
convirtiéndose en un arma mortal”.
La reflexión puede referirse también a otros famosos que han muerto,
como Amy Winehouse, pero también a ciertos conocidos, nacionales o
internacionales, que viven pero han perdido la ruta por la que vinieron.
Una de las formas de mantener los pies sobre la tierra es repensar en
los orígenes y en los lugares a los que pertenecemos y de los que
venimos. Por ello he revisado nuevamente los tres últimos discos de
Ringo Starr, famoso baterista de los Beatles, también con una vida
tempestuosa en que tuvo que pasar por rehabilitación alcohólica luego
del naufragio en que se encontró conjuntamente con su esposa Bárbara
Bach.
Los famosos escriben, con mano ajena, sus autobiografías en la que
muchas veces inventan situaciones o hecho que buscan deslumbrar a sus
seguidores. Otros se niegan a hacerlo pero sienten la necesidad de
exteriorizar lo que son y lo que fueron.
Ringo proviene del norte de Inglaterra y llamó a una de sus canciones
“Liverpool 8”, sector de la ciudad en la que vivió en su infancia. Dice:
“el destino me llamó y no pude quedarme, Liverpool te dejé pero nunca
te traicioné”. Recuerda los lugares por los que anduvo de chico y
considera que, pese a haber sido “number one” cuando tocó en el Estadio
Shea, en Nueva York, su calle sigue siendo Madryn Street, arrabalera y
popular.
En “El otro sector de Liverpool”, Ringo rememora la pobreza y la ciudad
fría, gris y húmeda, de la que solo se puede salir “con guitarras,
batería y amplificador”, al igual que escapa cualquier emigrante de una
condición opresora y triste.
En su último álbum, 2012, publicado escasamente hace ocho días, Ringo
vuelve a referirse al amor por su ciudad y a cumplir lo que había
resuelto: sacar un poquito de su vida modesta en cada nueva entrega. Con
una infancia en la que su madre trabajó de mesera en un bar, para
mantenerle luego del abandono de su padre, se atreve a decir que, cuando
vivió en Liverpool, siempre brilló en su mente el sol.
Puede ser que los nuevos oyentes de Ringo no encuentren razones o
interés en su empeño en retornar a la infancia, pero el baterista está
exorcizando sus demonios y retornando a raíces en que, con menos fama y
menos dinero, fue de alguna manera feliz. Ringo es ya un hombre viejo y,
como tal, reflexiona sobre lo que ha sido su vida, al lugar donde llegó
y aquél al que, secretamente, añora volver a sabiendas que es
imposible.
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