Fuente: Carlos Gosch (Agencia EFE)
Antes de la irrupción de los Beatles existía un mundo de canciones en
blanco en negro, delicadas y elegantes, al que Paul McCartney ha
viajado en "Kisses on the Bottom", un álbum con el que ha querido
homenajear a los compositores que inspiraron el lado más melódico de su
repertorio.
McCartney ha buscado con cuidado en el catálogo del
gran cancionero norteamericano -el American Songbook-, entre piezas que
llevan la firma de gigantes como Harold Arlen o Irving Berlin,
pero ha evitado los temas más conocidos para no caer en el típico disco
de estándares -"era importante mantenerme alejado de las elecciones más
evidentes", ha explicado-.
Y se ha asociado con el productor
Tommy LiPuma para encontrar un sonido más propio de un disco de jazz que
del de una estrella de rock que busca pasar el rato con viejos
clásicos, un logro al que contribuyen Diana Krall y su banda con sus
interpretaciones sobrias y efectivas de los dieciséis temas que componen
este disco.
"Kisses on the Botton" (Hear Music/Concord Records)
ofrece el tono adecuado para unos temas entre los que McCartney mezcla
con total naturalidad dos nuevas composiciones, "My Valentine" y "Only
Our Hearts", en las que contó con la participación de Eric Clapton y Stevie Wonder, respectivamente.
Los
nuevos temas encajan entre clásicos como "It's Only a Paper Moon" y
"Bye Bye Blackbird". Paul se permite incluso recuperar para la ocasión
"Baby's Request", el tema que cerraba el álbum más ruidoso de los que
grabó con Wings -"Back to the Egg" (1979)- y que parecía destinado a
este disco.
John Lennon dijo en una ocasión que "antes de Elvis no había nada", pero McCartney no estaría de acuerdo con esa afirmación.
Es
evidente que Paul fue seducido por el estallido del rock and roll tanto
como el resto de los Beatles, pero también es cierto que lo primero que
le llamó la atención fueron aquellas canciones melodiosas que su padre
le hizo escuchar en casa.
Es una herencia que McCartney plasmó
directamente con los Beatles en canciones como "Honey Pie", del Álbum
Blanco, o "Maxwell Silver Hammer", de Abbey Road -ambas irritaban a
Lennon-, y de la que, de manera general, extrajo lecciones para componer
algunas de los temas más célebres de la historia de la música.
"Cuando
yo me ponía a componer me daba cuenta de lo bien estructuradas que
estaban estas canciones y creo que muchas de mis lecciones procedieron
de ellas", ha declarado.
Ahora, a sus casi setenta años, el
compositor de mayor éxito de la música moderna ha decidido saldar su
deuda con los autores que le enseñaron cómo construir una buena canción.
Por
primera vez en su larga carrera, el músico total que es Paul McCartney
ha grabado un disco sin tocar un solo instrumento, solo con su voz, muy
bien acompañada, eso sí, por un solvente equipo que le proporciona la
pista adecuada por la que deslizarse con discreción por estas canciones.
"Kisses
on the Bottom" captura el intimismo de McCartney haciendo una
declaración de amor a la música y se convierte en el ejercicio de estilo
de un artista incansable que explora nuevos caminos después de medio
siglo de trayectoria.
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