domingo, 12 de febrero de 2012

McCartney viaja al mundo anterior a los Beatles en "Kisses on the Bottom".

Fuente: Carlos Gosch (Agencia EFE)


Antes de la irrupción de los Beatles existía un mundo de canciones en blanco en negro, delicadas y elegantes, al que Paul McCartney ha viajado en "Kisses on the Bottom", un álbum con el que ha querido homenajear a los compositores que inspiraron el lado más melódico de su repertorio.

McCartney ha buscado con cuidado en el catálogo del gran cancionero norteamericano -el American Songbook-, entre piezas que llevan la firma de gigantes como Harold Arlen o Irving Berlin, pero ha evitado los temas más conocidos para no caer en el típico disco de estándares -"era importante mantenerme alejado de las elecciones más evidentes", ha explicado-.

Y se ha asociado con el productor Tommy LiPuma para encontrar un sonido más propio de un disco de jazz que del de una estrella de rock que busca pasar el rato con viejos clásicos, un logro al que contribuyen Diana Krall y su banda con sus interpretaciones sobrias y efectivas de los dieciséis temas que componen este disco.

"Kisses on the Botton" (Hear Music/Concord Records) ofrece el tono adecuado para unos temas entre los que McCartney mezcla con total naturalidad dos nuevas composiciones, "My Valentine" y "Only Our Hearts", en las que contó con la participación de Eric Clapton y Stevie Wonder, respectivamente.

Los nuevos temas encajan entre clásicos como "It's Only a Paper Moon" y "Bye Bye Blackbird". Paul se permite incluso recuperar para la ocasión "Baby's Request", el tema que cerraba el álbum más ruidoso de los que grabó con Wings -"Back to the Egg" (1979)- y que parecía destinado a este disco.

John Lennon dijo en una ocasión que "antes de Elvis no había nada", pero McCartney no estaría de acuerdo con esa afirmación.

Es evidente que Paul fue seducido por el estallido del rock and roll tanto como el resto de los Beatles, pero también es cierto que lo primero que le llamó la atención fueron aquellas canciones melodiosas que su padre le hizo escuchar en casa.

Es una herencia que McCartney plasmó directamente con los Beatles en canciones como "Honey Pie", del Álbum Blanco, o "Maxwell Silver Hammer", de Abbey Road -ambas irritaban a Lennon-, y de la que, de manera general, extrajo lecciones para componer algunas de los temas más célebres de la historia de la música.

"Cuando yo me ponía a componer me daba cuenta de lo bien estructuradas que estaban estas canciones y creo que muchas de mis lecciones procedieron de ellas", ha declarado.
Ahora, a sus casi setenta años, el compositor de mayor éxito de la música moderna ha decidido saldar su deuda con los autores que le enseñaron cómo construir una buena canción.

Por primera vez en su larga carrera, el músico total que es Paul McCartney ha grabado un disco sin tocar un solo instrumento, solo con su voz, muy bien acompañada, eso sí, por un solvente equipo que le proporciona la pista adecuada por la que deslizarse con discreción por estas canciones.

"Kisses on the Bottom" captura el intimismo de McCartney haciendo una declaración de amor a la música y se convierte en el ejercicio de estilo de un artista incansable que explora nuevos caminos después de medio siglo de trayectoria.

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