Paul McCartney. Mañana sale “
Kisses On The Bottom”, el disco en el que el
Beatle recupera viejas canciones ajenas.
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04.02.2012
Por
Pablo Strozza Especial Para Clarín
En 1988, Paul McCartney editó CHOBA B CCCP , traducción rusa de Back in the USSR (“De regreso a la Unión Soviética”, relectura de Chuck Berry incluida en el Album Blanco
de Los Beatles). El disco incluía versiones de temas del rock and roll
de la década del ‘50, con paradas en el cancionero popular
estadounidense como Summertime (George Gershwin) y Don’t Get Around Anymore (Duke Ellington). Algo similar se dio en su Unplugged (1991), que alternaba esos clásicos con canciones de los Fab Four y en Run Devil Run
(1999, acompañado con la guitarra del Pink Floyd David Gilmour y la
batería del Deep Purple Ian Paice, con tres originales propios y
presentado para los íntimos ni más ni menos que en The Cavern en
Liverpool). Los detractores dirán que esos modelos elegidos por Sir Paul
eran una burda copia del disco Rock & Roll de John Lennon
(1975), pero olvidan que el fanatismo del zurdo por esa música con la
que creció es tal que llegó a adquirir el catálogo de canciones de Buddy
Holly, uno de los héroes de su juventud.
Ahora, en 2012,
McCartney canta doble contra sencillo en la mesa de póker antes de que
se cumpla la profecía apocalíptica de los mayas y publica
Kisses On The Bottom
(léase “Besos en el trasero” o “Besos al final de la carta”), en donde
revisita la música de su niñez pre rockera: standards de jazz de los
años ‘30 y ‘40. Esas canciones que sonaban en su casa de la calle
Forthlin Road N° 20 en Liverpool, en las inmediaciones de esa zona aún
hoy conocida como Penny Lane y antes de que un tal John Lennon
irrumpiera en su vida para modificarla para siempre. Canciones que
sonaban en la programación de la radio de la BBC de aquella época, con
aires a music hall, también admitidas en su gusto por
Ringo
Starr en
Sentimental Journey , su debut como solista (1970, un disco con canciones del mismo período seleccionadas por los padres del baterista).
Kisses On The Bottom
presenta una instrumentación sencilla y austera. Batería con
escobillas, contrabajo, piano acústico (cortesía de
Diana Krall),
guitarras eléctricas de caja sin amplificar, cuerdas sobrias y algún que
otro bronce perdido. La voz de Paul está al frente, pero sin una
ambición desmedida de sobresalir en desmedro de la banda: en este disco
lo que importa es la música, ya sea en un concepto jazzero (el CD ha
sonado en el excelente programa radial
Blue Jazz de FM Blue,
dedicado al género) o de escucha de fondo agradable y desinteresada. Y
esa música puede ser comparada en lo contemporáneo con los
Elvis
Costello o
Robert Wyatt más emparentados con el ritmo nacido en Nueva
Orleáns, pero sin ahondar en un lógico repertorio
post cool jazz en que estos dos cantautores suelen caer a veces: los temas van desde
More I Cannot Wish You (del musical
Guys and Dolls ) hasta
Always
, del compositor Irving Berlin. Y se da el lujo de agregar dos temas
propios en esta onda musical con dos viejos conocidos: el single
My Valentine y
Only Our Hearts con la guitarra de
Eric Clapton y la armónica de Stevie Wonder, respectivamente.
“Las canciones que Paul eligió para
Kisses…
son canciones que escuché y amé desde pibe. (…) Estos son algunos de
los mejores temas jamás escritos, y hay que tener demasiado talento para
hacerlos brillar. Paul sabe cantarlos con el swing de la vieja
escuela”, dijo el gran
Quincy Jones desde la página web oficial del ex
Beatle, y con tamaña bendición basta y sobra para pegarle una oída
atenta al disco. Los que desean un disco de Macca del nivel de
Chaos & Creation in the Backyard
(2005), con canciones propias y un nivel superlativo, deberán seguir
esperando, pero no por eso ningunear este gustazo que se dio el inglés.
Un álbum caprichoso, es verdad, pero no por eso descartable.
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