Fuente: elconfidencial.com por Teknautas
Tom White tiene 16 años y vive en Omaha, Nebraska. Como cualquier adolescente como él, vive pegado a su smartphone,
que es el centro de su vida social. Es utilizando ese teléfono como se
comunica con sus amigos y como comparte retazos de
su día a día. Un día a
día que poco tiene de especial interés para todos los demás.
Así
era hasta el pasado domingo por la tarde, cuando Tom captó una curiosa
escena que dejó perplejo a más de uno. No era más que un selfie compartido
en Instagram. Uno más, podríamos pensar, hasta que nos fijamos en los
dos personajes tras él, que descansan apaciblemente sentados en un banco
en plena calle.
No son otros que Paul McCartney, músico y excomponente de los
Beatles, y Warren Buffet, multimillonario y considerado el tercer hombre
más rico del mundo por la revista Forbes, solo por detrás de Bill Gates y Carlos Slim, y justo encima de Amancio Ortega.
La cara de Tom en la foto lo dice todo, una mezcla de ilusión e incredulidad. La imagen fue tuiteada por su amigo Luke,
con el pie de foto: "¡Y la mejor imagen de la noche, con @WarrenBuffet y
@PaulMcCartney es para Tom White!". De hecho, puede que el propio Luke
sacase la foto (y por tanto no se trate de un selfie, una foto hecha a uno mismo), ya que por el ángulo de la foto no queda del todo claro. Poco después, el propio chaval la subía a su cuenta de Instagram. "Relajándome con mis vecinos", bromeaba Tom.
¿Cómo coincidieron ambos personajes en la escena, justo a tiempo para que el chico les retratase? Según cuenta Mashable,
Paul McCartney está de gira y este mismo día 14 tiene programada una
actuación en Lincoln, Nebraska, cerca de Omaha, la ciudad donde vive
Tom. Buffet es vecino de la propia Omaha y no es inhabitual para sus
habitantes verle pasear por sus calles.
De hecho, según el diario local Omaha,
esta es solo una de las muchas imágenes que vecinos de la ciudad
pudieron hacerles a ambos, que se dieron un buen paseo por el barrio de
Dundee y cenaron en un restaurante local. La visita de la celebridad
causó un buen revuelo, similar según el diario al que ocasionó la visita
sorpresa de Bono hace cuatro años al mismo barrio. Lástima (o menos
mal) que por entonces los selfies no eran aún una costumbre omnipresente.
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