Abbey Road apunta a Hollywood en su aniversario.
Fuente: elcultural.es
Los
míticos estudios de EMI abren sus puertas al público durante el mes de
marzo para celebrar su 80 aniversario. La historia de Abbey Road es la
de los éxitos de los Beatles pero también la de un sello que no ha
logrado sobrevivir a la crisis. Residencia en otro tiempo de grandes
artistas, hoy destaca como factoría de bandas sonoras de Hollywood.
Los
estudios de grabación de Abbey Road, en Londres, celebran sus ochenta
años de existencia con seis jornadas de puertas abiertas desde hoy y
hasta el 25 de marzo. Sólo unos pocos privilegiados (los más rápidos en
desembolsar, a través de internet, los casi 100 euros que costaban las
entradas, ya agotadas) conocerán los secretos del Studio Two, donde
grabaron los Beatles y Pink Floyd. Brian Kehew y Kevin Ryan, productores
musicales y autores del descomunal testamento Recording The Beatles, guiarán esta exclusiva visita, que incluye una exposición privada con los instrumentos y materiales
empleados en algunas de las grabaciones más legendarias de la historia
de EMI. “Cualquiera que, como yo, piense que cada casa tiene un alma, un
espíritu que se impregna en el carácter de quienes la habitan, sabrá
apreciar la experiencia que supone sumergirse en las catacumbas de Abbey
Road”, asegura George Martin, productor del cuarteto de Liverpool que,
entre 1962 y 1970, grabó buena parte de su discografía en los
emblemáticos estudios del sello británico.
Ninguno de los Beatles había nacido cuando Edward Elgar inauguró la gran
sala de grabación de Abbey Road. Entre una maraña de cables y
micrófonos colgantes, el 12 de noviembre de 1931 el compositor británico
dirigió a la Sinfónica de Londres en varias de sus partituras, incluido
el himno Land of Hope and Glory con el que se gradúan los
genios de Cambridge. Por el mismo podio pasaron después John Barbirolli
(que dirigió en los estudios una de las primeras interpretaciones de la Sinfonía n° 5 de Vaughan Williams), Herbert von Karajan (junto a su calibradísima Filarmónica de Berlín) y Malcolm Sargent, quien se atrincheró literalmente en el Studio One para nutrir de títulos el catálogo orquestal de la Gramophone Company.
La excepcional acústica de Abbey Road, avalada por un centenar de
patentes tecnológicas, llamó también la atención de Pierre Boulez, que
se encerró allí a finales de los años sesenta con Daniel Barenboim y
Yehudi Menuhin para grabar un elepé con las Rapsodias y Conciertos de Bartók. El santuario musical de EMI era entonces un ir y venir de intérpretes y compositores de toda clase y condición
que se cruzaban por los pasillos que comunican las salas con las
cabinas. Lo que hizo posible que, casi al mismo tiempo que Jacqueline Du
Pré ensayaba un surtido de conciertos para chelo, John, Paul, George y
Ringo se inmortalizaran cruzando la calle para la carátula de Abbey Road,
que convertiría los estudios en icono y en lugar de peregrinación de
los seguidores de la banda. Tanto que en 2010 el famoso paso de cebra
fue declarado “lugar de importancia cultural e histórica” por el
Gobierno británico en agradecimiento a los turistas (más de 250.000 cada
año) que interrumpen el tráfico para recrear la foto de sus ídolos.
Poco antes de que los Beatles hicieran su primera prueba de sonido en el
Studio Two, Cliff Richard había grabado en 1959 el superventas Living Doll.
“Me invaden recuerdos de infinita felicidad”, cuenta el cantante. “Cada
grabación era emocionante, intensa y divertida. Se podría decir que sus
paredes son auténticos monumentos de la historia de la música”. Para
David Gilmour, vocalista y guitarrista de Pink Floyd, “Abbey Road es un
generador de buenas vibraciones”. “Un lugar mágico”, en palabras de Paul McCartney,
quien hace unos meses lideraba una campaña para proteger Abbey Road de
la codicia inmobiliaria. Al parecer EMI tenía pensado sanear sus cuentas
convirtiendo los estudios en apartamentos de lujo. Finalmente, la rama
discográfica de la casa fue adquirida el pasado mes de noviembre por
Universal Music Group, que se comprometió a mantener abiertos los
estudios por los que han pasado en los últimos años auténticas leyendas
del pop y del rock: desde Sting, Oasis y U2 hasta Radiohead, Coldplay y
Lady Gaga. Si la Comisión Europea y la Comisión Federal de Comercio de
Estados Unidos aprueban la operación estaremos ante el advenimiento de una supermajor sin precedentes en la industria discográfica.
Mientras Warner, Universal y Sony se reparten las vacas sagradas,
Hollywood seguirá siendo el gran aliado de Abbey Road, que desde los
años ochenta se ha especializado en la creación de bandas sonoras. En los últimos 25 años sus ingenieros han puesto música a más 150 películas (algunas de las cuales se proyectarán durante las visitas) en colaboración con John Williams (Star Wars), James Horner (Braveheart), Howard Shore (El Señor de los Anillos) y, más recientemente, con Alexandre Desplat, autor de El discurso del rey, para cuya grabación se emplearon los micrófonos reales de Jorge VI, que forman parte de una valiosa “colección vintage” de más de 700 ejemplares.
Todos estos títulos, quintaesencia de la música para cine, han pasado
por las manos de los músicos de la Sinfónica de Londres, que tutelan
Valery Gergiev, Colin Davis, Daniel Harding y Michael Tilson Thomas.
Para Kathryn McDowell, manager de la agrupación, “desde la
primera grabación en Abbey Road en octubre de 1932, sólo tres días
después de su inauguración, la orquesta ha mantenido una fructífera
relación con los estudios que le ha servido para crecer y ensanchar el
horizonte de su repertorio”. Su última visita se prolongó 52 horas,
durante las cuales interpretaron los 205 himnos nacionales que se escucharán este verano en los Juegos Olímpicos de Londres. “Sólo esperamos que Abbey Road siga, por mucho tiempo, batiendo sus propios récords”.
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