La tercera es la vencida. Quizás algo de eso pensó Paul McCartney cuando en octubre pasado tuvo una especie de déjavu en el registro civil de Marylebone, en el centro de Londres, al dar el sí a su nueva esposa, la millonaria estadounidense Nancy Shevell. Allí mismo, hacía 42 años, contraía matrimonio con la-por-todos-querida-y-hoy-venerada Linda Eastman, su compañera de ruta hasta su temprana muerte, en 1998.
Con esta unión, que tuvo lugar ante un círculo reducido de familiares y amigos -entre ellos el exbeatle Ringo Starr- se terminó de afianzar la creencia popular de que Shevell era la mujer indicada para llenar el inmenso vacío que Linda había dejado. Y que las semejanzas entre ambas eran "notables": norteamericanas, provenientes de una familia adinerada de origen judío, divorciadas
y con un hijo de su matrimonio anterior (en el caso de la primera una pequeña niña, Heather, a quien Paul dio su apellido; en el caso de Nancy un joven de 19 años, Arlen, producto de su unión con un importante abogado neoyorquino), las dos sufrieron de cáncer de mama en los `90 y las dos se mudaron a Inglaterra por él. "En Nancy ha encontrado lo que Linda le daba", dicen sus amigos cercanos, "alguien que cuide de él, pero que tranquilamente le convenza con zalamerías cuando lo necesite".
Pero su reciente casamiento es también la confirmación de otra cosa: que Paul no sabe estar solo. Desde que su nombre entró por la puerta grande la historia del rocanrol, se le conoce una mujer al lado. Y cada vez que el amor terminaba, un breve impasse y de nuevo a las canchas.
Su primera novia formal se llamaba Dot Rhone y la conoció en el Casbah Club en 1959. Cuenta la leyenda que Macca, como lo llaman, elegía el maquillaje y la ropa de Dot y le pagaba a su peluquero para que le dejara el cabello igual al de Brigitte Bardot. Extravagancias que le dicen. Estuvieron tres años de novios hasta que la chica tuvo un aborto y la relación se diluyó.
A la actriz Jane Asher la conoció cuando ya era un Beatle. Fue en 1963, a partir de que un fotógrafo les pidió que posaran juntos durante una presentación de la banda en el Royal Albert Hall de Londres. El romance comenzó poco tiempo después y Paul se mudó a la casa de los padres de ella, donde vivieron casi tres años hasta que se trasladaron a la casa que el músico aún conserva en St. John`s Wood, cerca de los estudios de Abbey Road. Estuvieron cinco años juntos y había planes de casamiento, pero Asher descubrió que Paul tenía una aventura con otra y rompió el compromiso.
OPUESTAS. La llegada de Linda a la vida de Paul -y a la del resto de la banda de Liverpool- no fue color de rosa, pero la imagen que el mundo formó de ella se fue puliendo con el tiempo hasta alcanzar, luego de su muerte, uno de los altares más benditos de la fama. Durante los primeros años de su matrimonio, celebrado en 1969, se la definió como "esa bruja del infierno"; nada muy diferente a los calificativos que, recientemente, ha recibido su segunda esposa, Heather Mills. Ahora, sin embargo, se dice de ella que fue una madre y esposa modelo, mujer luchadora, creativa y profesional.
Paul y Linda tuvieron tres hijos: Mary, nacida en 1969: Stella, la diseñadora de moda, de 1971; y James, de 1977. Además, el cantante adoptó a una hija del matrimonio anterior de Linda, Heather. Según el músico, ella fue la mujer que le dio el valor para volver a trabajar tras la separación de los Beatles.
Si Linda es el recuerdo casi perfecto para el que todavía quedan palabras de amor, Heather Mills, a quien conoció menos de un año después de su muerte, es esa mancha oscura en el currículum que McCartney pretende archivar. Una tarea difícil, claro, teniendo en cuenta el gusto de su ex por las declaraciones explosivas y la existencia de una hija en común, Beatrice.
La exmodelo, que perdió una pierna en un accidente de tránsito, nunca contó con el apoyo de los británicos ni de los fans del exbeatle repartidos por el mundo. Su esencia de cazafortunas escondida debajo de una piel de cordero era evidente para muchos, salvo para Paul. "Soy afortunado en haber encontrado una mujer buena que es tan fuerte como Linda", dijo Macca sobre Mills en uno de los buenos momentos de la relación. Ella era "hermosa, positiva y divertida" y él sintió una "inmensa atracción a primera vista".
RIQUEZA. Heather y Paul se conocieron en una gala benéfica en la que ella presentaba el Heather Mills Trust, que ofrecía tratamientos de prótesis. Al poco tiempo el músico le regaló un anillo de diamantes y zafiros. La boda llegó en junio de 2002, en un castillo irlandés del siglo XVII y costó 2,3 millones de dólares. El turno del divorcio fue en 2008, a un costo de 38 millones de dólares para la cuenta bancaria del autor de Let it be (bastante menos de lo que ella reclamaba, que eran casi 200 millones).
Por suerte (para él), para ese entonces ya estaba Nancy en la vuelta, que tiene sus propios millones y lo ayudó a ahogar sus penas. Bastante más joven que Paul (él tiene 69 y ella 55), ocupa un asiento en la junta directiva de la Autoridad de Transporte Metropolitano de Nueva York y está al frente de la New England Motor Freight, la empresa de camiones de la familia.
Pero nadie es perfecto. Graduada en la Universidad de Arizona, sobre su vida sobrevuela el fantasma de la mafia. Su padre fue acusado de trabajar junto al capo Tony Provenzano, un hombre importante del clan de los Genovese (una de las cinco familias mafiosas de Nueva York) y el New York Post insinuó que la firma funciona como "tapadera" de hampones. Sólo detalles, dimes y diretes que trae la fama. La pareja, en tanto, se ha ocupado de remodelar su apartamento en la Gran Manzana.
Autor de temas como Yesterday y Michelle no hay dudas de que Macca es un romántico empedernido. Después del bochornoso divorcio con Mills, podría pensarse que el exbeatle aprendería la lección y le pediría a su flamante esposa un acuerdo prenupcial. Pero no. Ella se lo ofreció y él se rehusó. Sólo el tiempo, o una nueva canción, dirá cómo termina la historia.
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